Mientras espera en la estación la llegada del tren que la conducirá desde San Francisco a Nueva York, Nikki Collins es testigo accidental de un asesinato que se comete en un inmueble cercano. Nadie cree su versión, incluida la policía que no descubre rastro alguno cuando llega al supuesto lugar de los hechos, excepto un famoso escritor de novelas policíacas, que está dispuesto a colaborar con ella para demostrar que, efectivamente, se ha cometido un crimen y hay un peligroso asesino en libertad.