La noche del 15 de septiembre, Evaristo no ha logrado vender toda su mercancía de juegos pirotécnicos, conduce cansado por la carretera y se detiene en una gasolinera a cargar combustible y tomar café. En la tienda, junto a tres jóvenes ebrios, le toca presenciar un asalto. De forma trágica y sin aparente razón, se ve involucrado en un acto de violencia.